Es hora de asimilar la caducidad de los incentivos fiscales para el desarrollo
Comentarios del ingeniero José Israel Cuello:
Lo PARADIGMATICO entre ellos el el olvidado Contrato entre el Estado y el entonces Central Roma Co., involutivo en sus elementos contaminantes y evolutivo en el manejo del bagazo de caña como materia prima para la química del Nylon, la novedad en las fibras del momento, ratificado por el Congreso Nacional en 1950, con vigencia de 20 años y ratificado para otro período semejante en 1970, igualito, el cual se venció en silencio en 1990 sin que nadie hablara de eso y, si se prorrogó entonces se venció otra vez en el 2010, mediante el cual las calderas de la empresa comenzaron a emplear Bunker C en lugar del bagazo de la caña y se exoneraba de todo impuesto la importación del combustible alternativo, y probablemente se añadía algun que otro beneficio adicional menos significativo.
Obligaba sí a la empresa beneficiaria de la desgravaciones a la entrega, al término del período ondicado, de todos los mecanismos y fórmulas para que los otros ingenios del país pudieran incorporarse al mercado que se abría con ese paso, y Trujillo no era ni cañero ni azucarero todavía, que pasó a serlo dos años después con Catarey, para empezar.
En esa época los beneficios fiscales no se manejaban como hoy, que se hace previa ley que beneficia a cada sector y a casi todos los que concurran a él por igual.
Tanto, que leyes al respecto han abundado:
La ley 991, de Protección e Incentivo Industrial, la menos rendidora en sus efectos, bajo cuyo amparo la Zona Industrial de Herrera pasó a ser el mayor de los negocios de Bienes Raíces de la isla, así como de las más elocuentes en la emisión de notas de prensa de todo tipo y nunca una Zona Industrial que se respete.
Las 4 Leyes de Reforma Agraria del Dr. Balaguer, tan polémicas.
La Ley de Zonas Francas y la Ley de Turismo del Dr. Jorge Blanco, para la aplicación de las cuales hubo que hacer ajustes a la economía que desembocaron en convulsiones sociales aterrantes.
Y otras, todas las cuales anuncian caducidades a los 20 años de acogimiento de sus beneficios, y todas han sobrepasado esos plazos prorrogándose sus efectos sin dolores de partos ni rupturas de fuentes.
Hoy, cuando el gobierno actual, no más llegar, hubo de enfrentear una Pandemia y sus consecuencias, no esperadas y en cadena que ha transformado totalmente la asignación de recursos estatales y las fuentes para su acopio, y ello ha podido ser precisamente como conscuencia de esas leyes que dieron músculos a una economía diversificada y sólida que permitió trasladar a Deuda Externa el considerable gasto para el manejo de esa serie de golpes concomitantes, es oportuno mirar hacia esas leyes vencidas y encontrar en el olvido de sus vencimientos la fuente por excelencia para enfrentar los vencimientos de una deuda que van más allá de nuestras vidas.
Para iniciar el estudio del tema podría organizarse un encuentro de los que han sido y viven todavía Directores Generales de Rentas Internas, Aduanas, Zonas Francas y con la priemera misión de explicarse a sí mismos y entre ellos el manejo de esas caducidades ignoradas y las razones ocultas o conocidas entre ellos de sus olvidos tan ampliamente concordantes.
Porque sólo ellos podían, y debían, cotejar los vencimientos de plazos propios de cada ley y de la invocación de cada empresa beneficiaria de sus estímulos fiscales.
La visita de una misión vietnamita al país de hoy:
Vietnam derrotó a los norteamericanas, sembró la paz entre los suyos, unificó su país y quien tiene la dicha de verlo hoy lo encuentra con músculos potentes y bienestares que podrían hacer arrogante a pueblos con atributos menores.
A pesar de todos esos triunfos sigue siendo un país modesto y generoso, tanto que tiene una sóla sede diplomática en todo el Mar Caribe y sus vecindades, con asiento en Cuba, que le apoyó en sus momentos más grandes de una lucha que conmovió al mundo mucho más allá de lo que le permitían sus recursos.
Esa misión, por supuesto, tiene jurisdicción sobre nuestro país y aquí en nuestra isla, más que en La Habana de hoy y ahora, existen opciones que tal vez sólo Vietnam puede asumir sin conlictos mayores y ellas se sintetizan en el traslado a la cercanía de Norteamérica, su mayor mercado, de toda la tecnología necesaria para la expansión sin crisis logísticas ya identificadas de la electrónica moderna.
Como segunda consecuencia de ello puede Vietnam hacer que se rompa el nudo de las relaciones congeladas entre Cuba que, a 60 y pico de años del inciio de su deterioro no encuentra vías para una reanudación del destino común identificable de nuestros pueblos.
Definida China ya como la cabeza de la geopolítica asiática con Rusia como segunda fuerza, por su vecindad con Europa, India e Irán en el mundo musulmán e imán del mundo árabe, Estados Unidos tiene que mirar hacia el Mar Caribe y las proximidades latinoamericanas con ojos más repetuosos que los del viejo poseído de verdades contenidas en El Destino Manifiesto.
Su potente economía, con raíces más profundas que las que le garantizan su capacidad de emisión monetaria sin controles de nadie, ni de sí mismos sobre todo, ellos no podrán manejarse con Pleno Empleo interno y una masa cada vez mayor de seres latinoamericanos de todos colores, usos y costumbres tocando a sus fronteras en busca de trabajo, sin asumir las responsabilidades a que le obligan sus propios intereses, y LA PAZ MUNDIAL sobre todo, jugar o vacilar con la cual puede ser el fin de la humanidad que conocemos, y antes que nada de ellos mismos.