Fernando Peña “Danilo demolido por siete pecados capitales”

Y el “Danilismo”, a quien el “Leonelismo” “pagó con la misma moneda” no podía ceder en la determinación de permanecer en el poder. Era gobierno o sepultura. Y, envilecido por el poder, caminando cuesta arriba decidió “quemar las naves”, concentrando su último cuatrienio, a la urdimbre de la reelección y el continuismo, bajo la máxima de “Le État Ce Moi” y el trauma anterior cifrado en la expresión “Me venció el Estado”.

En esta fase última la lógica que condujo al desastre se apoyó en la combinación fatal de:

El ocultamiento de las informaciones sobre la pandemia recién llegada.
El impacto del “tollo electoral” por fraude en las frustradas elecciones de febrero.
Aprovechamiento de la crisis sanitaria para recuperarse de la derrota electoral de marzo.
El retraso programado para no asegurar la contención antes del contagio comunitario.
Las contradicciones por el reparto de los botines ya en medio de la crisis sanitaria.
Las torpezas de la gestión de la salud pública.
Una desesperada campaña para imponer a Gonzalo Castillo en la conciencia colectiva.
La egolatría Danilista, dinamitaron todas las posibilidades electorales del gobierno.