Cumbre de Putin y Trump marca un punto de inflexión en la geopolítica mundial
La esperada reunión entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y el mandatario estadounidense, Donald Trump, prevista para este viernes en Alaska, promete redefinir el tablero internacional. El encuentro, que no apunta a un acuerdo de paz definitivo, busca establecer un armisticio en Ucrania tras más de tres años y medio de bombardeos.
Según trascendió, Trump estaría dispuesto a reconocer parte de los territorios ocupados por Rusia en el este del Donbás, mientras que Putin devolvería algunas zonas donde su control es parcial, a cambio del retiro paulatino de las tropas ucranianas y el cese de ataques aéreos. El pacto incluiría congelar las reclamaciones territoriales ucranianas por décadas, aunque persisten dudas sobre la seguridad de Kiev y la futura relación con la OTAN.
La cumbre se desarrolla en un contexto de tensiones renovadas: Europa ha quedado marginada de las negociaciones directas, y Estados Unidos, bajo la gestión de Trump, ha reconfigurado la influencia rusa en Medio Oriente y el Cáucaso Sur. En este último, la reciente paz entre Armenia y Azerbaiyán y la apertura del corredor económico de Zangezur suponen un golpe estratégico a Moscú, beneficiando intereses estadounidenses.
Aunque el encuentro podría normalizar las relaciones bilaterales y abrir la puerta a nuevos acuerdos comerciales, también plantea frentes de fricción adicionales, especialmente con Irán y los países que ven amenazados sus intereses en la región. La reunión en Alaska podría marcar el inicio de una nueva era geopolítica, con un alto al fuego en Ucrania, pero con nuevos focos de tensión en el horizonte.