Ganadería y Sequía en RD: Soluciones Urgentes con Sistemas Silvopastoriles y Bonos de Carbono
La reciente conversación en Revista 110 con el ingeniero Lidio Martínez Cairo reveló nuevamente que la ganadería dominicana continúa atrapada en un ciclo predecible de sequía, baja productividad y degradación del suelo. A pesar de que la línea noroeste enfrenta seis meses secos casi todos los años, el país no ha logrado establecer un sistema permanente de reservas forrajeras ni una planificación que impida que el mismo problema se repita temporada tras temporada.
Martínez Cairo explicó que, aunque desde la década de 1950 se registran programas de siembra de pastos, estos esfuerzos no han sido acompañados por estrategias para garantizar alimento en épocas críticas. La reserva más barata —la caña de azúcar— sigue sin adoptarse masivamente, así como la paja de arroz, cuyo valor nutritivo es comparable al de las pacas tradicionales y cuya conservación debería ser parte de una política de Estado para evitar su quema.
Otro eje del problema es la degradación progresiva de los suelos, visible en la expansión del pasto merita o pajón haitiano, un indicador directo de agotamiento de materia orgánica. La presión de sobrepastoreo, la falta de fertilización adecuada y la escasez de sistemas de manejo sostenible están reduciendo la productividad de millones de tareas dedicadas a la ganadería.
Frente a esto, el ingeniero destacó la urgencia de transformar el modelo productivo mediante sistemas silvopastoriles: una combinación de árboles, pastos y ganado que incrementa la producción de carne y leche por tarea, reduce la erosión y regenera el suelo. Según explicó, estos sistemas pueden implementarse con especies frutales como el buen pan de masa, cuyo follaje es un excelente forraje, y con árboles tradicionales como el samán, cuya siembra puede multiplicarse incluso a través del propio ganado.
Martínez Cairo señaló que esta reconversión sería accesible si el gobierno utiliza sus viveros de Medio Ambiente para suministrar plantas, y si se reactiva un acuerdo interinstitucional que ya existió en el pasado para impulsar la transformación a nivel nacional. Además, recordó que existen empresas internacionales dispuestas a pagar bonos de carbono a ganaderos que integren árboles en sus fincas, lo que convierte esta transición en una oportunidad económica adicional.
La conversación también abordó la necesidad de mejorar la calidad de la carne dominicana. Aunque la carne importada sigue dominando por su terneza, explicó que esto se debe más al manejo y la genética que al clima. Los cruces con razas como Angus ya están dando resultados y pueden competir en precio y calidad si se adoptan mejores prácticas, especialmente en sombra, subdivisión de potreros y manejo de pasturas.
Finalmente, Martínez Cairo subrayó que la solución no depende solo del productor. Muchos pequeños ganaderos carecen de capital para conservar forraje, instalar cercas eléctricas o financiar mejoras, especialmente quienes han sido descalificados de la banca agrícola tras pérdidas por sequías anteriores. Por ello insistió en que se requiere una política pública integral que vincule financiamiento, asistencia técnica y reconversión productiva.
Los retos de la ganadería dominicana —sequía, degradación del suelo, baja competitividad y pérdida de rentabilidad— tienen soluciones probadas y viables. La combinación de sistemas silvopastoriles, un programa nacional de reservas forrajeras y la oportunidad de los bonos de carbono representa un camino directo para transformar el sector y reducir su vulnerabilidad. El país cuenta con los recursos, el conocimiento técnico y la experiencia para hacerlo; falta convertircelo en una política de Estado y no en un esfuerzo aislado.

