Ganadería dominicana: tradiciones, errores y soluciones para mejorar la producción nacional Comentario de Julio Hazim, Ramón Santos y Wilson Pichardo
Julio Hazim abordó un tema que, según confesó, desconoce en profundidad: la ganadería dominicana y su impacto en la producción de proteínas nacionales. Acompañado por los comentaristas Ramón Santos y Wilson Pichardo, el veterano comunicador reflexionó sobre las causas históricas y técnicas que explican por qué, pese a disponer de vastas extensiones de tierra y una tradición agropecuaria centenaria, el país sigue dependiendo en gran medida de la importación de insumos y carnes de mayor calidad.
Hazim partió de una observación simple pero reveladora: “Siempre ha sido así: carne, leche y huevo, principales fuentes de proteína”. Sin embargo —añadió— la calidad de la carne importada suele ser superior a la local, y muchos ganaderos todavía operan bajo métodos tradicionales poco eficientes. “¿Por qué la carne importada es buena y la de aquí es dura?”, se preguntó. Santos explicó que el problema radica en la genética y la alimentación: “Los animales de aquí caminan demasiado, y no hay una dieta controlada de maíz, soya o alfalfa. En Estados Unidos los engordan con concentrados hasta alcanzar un peso ideal”.
Wilson Pichardo agregó que el clima tropical también limita la introducción de razas especializadas. “El Angus puro no se adapta, por eso se creó el Brangus, cruzado con cebú. Ese sí soporta el calor, pero sigue faltando manejo técnico y alimentación adecuada”.
Hazim recordó experiencias personales, como ganaderos que regalaban becerros machos por considerarlos antieconómicos de criar. “Eso demuestra —dijo Santos— que falta cultura de tabulación y de manejo del forraje. Muchos productores en la Línea Noroeste dependen de las pacas que lleva el Gobierno en tiempos de sequía, en lugar de preparar su propio heno”. El experto subrayó que la dependencia estatal perpetúa una “tradición de emergencia” en lugar de una cultura de prevención y eficiencia.
El diálogo derivó hacia la producción avícola, donde Hazim evocó el caso de Carlos Magno González, pionero de Pollo Cibao, a quien calificó como uno de los grandes empresarios agrícolas del país. Pichardo recordó que el sector avícola dominicano, aunque se considera autosuficiente, depende totalmente de la importación de maíz y soya: “Aquí se ensamblan los pollos. Lo único criollo es el veterinario y la infraestructura”.
Santos puntualizó que el país importa alrededor de 1.3 millones de toneladas de maíz al año y unas 600 mil de soya, lo que demuestra que la “autosuficiencia” es parcial y vulnerable. “Para sembrar ese volumen habría que sustituir grandes extensiones de víveres. El clima, la tradición y los costos no lo permiten”.
En la parte final, Hazim y sus invitados coincidieron en que la ganadería dominicana enfrenta un dilema entre la tradición y la modernización. “Tenemos tierra, tenemos gente que sabe, pero seguimos con prácticas del pasado”, dijo el comunicador, destacando la necesidad de fortalecer programas como Promegán, de la Dirección General de Ganadería, que ha promovido la inseminación y el mejoramiento genético.
Ramón Santos concluyó con una idea clave: “En este país hay inteligencia natural que vale más que la artificial. Pero si no combinamos el conocimiento empírico con la tecnología, seguiremos con carne dura y leche cara”.

